El lunes logré conversar con mi esposa y acordamos juntarnos a cenar, por lo que para mí la reconciliación había partido.
Cuando vi a mi esposa en el restorán encontré que se veía más linda que nunca, se notaba que se había producido para el reencuentro. Al poco rato de la conversación ella dijo con un tono entre rabia y pena que una cosa es el engaño pero otra distinta es que además sea un descarado. Callé, después le tomé la mano y le dije que lo pasáramos bien, pero ella me respondió con una risa llena de ironía.
Mientras yo le comentaba lo que me estaba ocurriendo en el trabajo, sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y de un momento a otro se largó a llorar. Me dijo que yo no la amaba, luego tomó su cartera, se paró y se fue al baño.
Mientras la esperaba pensé mucho en la infidelidad, no entendía cómo ella concluía que no la amaba por el solo hecho de pensar que yo le era infiel. Quizás para muchos pueda parecer obvio, pero jamás se me habría ocurrido que ella pudiese concluir eso, jamás hasta ese momento.
Comentarios
Publicar un comentario